sábado, 19 de enero de 2008
del Hades a tu puerta
En épocas de estudio como la que ahora nos acontece es cuando más creativa estoy, cuando más ganas de hacer cosas tengo, cuando descubro un montón de libros que quiero leer, un montón de pelis que quiero verme, un montón de discos que quiero escucharme y muchos lugares a los que quiero ir. Los exámenes me estimulan la distracción, benditos sean.
En exámenes todos los días son soleados, todas las cadenas echan programación de la guapa guapa, están todas las exposiciones, todos los conciertos, todas las rebajas. Es maravilloso vivir licenciándote, cuánto me gusta.
Como este blog no es sólo para hablar de nuestras relfexiones, sino también para ganarnos la gloria a costa de chupar de las reflexiones de otros, hoy haré un poco de honor al bautismo de esta pequeña antología de chorradas punto blogespot punto com: PLÁTANO GORDACO.
Lectura de la semana: El jardín de las delicias (mitos eróticos), de Marco Denevi.
Y como ahora parece que tengo nueve años respecto a este tema, os dejo con las que más me gustan, porque quiero que todos, al igual que yo, disfrutéis y aprobéis todas las asignaturas. Así como que hasta que no cumpláis todos la mayoría de edad no podréis saber las maravillas que se ocultan bajo las fauces del fogoso pulpo.
Decadencia.
La Esfinge (cuerpo de león, rostro y pechos de mujer) les planteaba a los caminantes un acertijo y, como no atinaban a descifrarlo, los devoraba. Fue Edipo quien la venció. Apenas el monstruo le hizo la inextricable pregunta: "¿Quién es el único animal con tres patas?", él respondió: "Yo", y se alzó el clámide para demostrar que no mentía. Muda de rabia, otros sostienen que de admiración, la Esfinge nunca más recobró la voz y pasó el resto de sus días como una de las tantas curiosidades y rarezas que el dueño de un circo ambulante exhibía a los pasmados espectadores.
Erosión.
Narra Filoctetes que, paseándose por los caminos de Tracia, país proclive a la lujuria, observó que las estatuas del dios Príapo estaban mutiladas en sus partes pudendas. Preguntó a los hombres por qué habían cometido esa terrible profanación, que podía acarrearles algún castigo del dios. Los hombres respondieron: "Al contrario, nos colma con sus bendiciones. En otros tiempos las estatuas lucían un falo colosal, adornado con flores y con frutos. Pero la devoción de nuestras mujeres poco a poco fue haciendo desaparecer esos formidables cipotes". Filoctetes apunta, como al descuido, que las estatuas eran de bronce, de mármol o de piedra granítica.
Las inocentes víctimas de los caprichos divinos.
Muy bien: Zeus se transforma en cisne.
El largo cuello flexible y sedoso se introduce en el sexo de Leda y picotea en el centro mismo del placer. Leda goza como dicen que gozaba Venus cuando la montó el caballo de Piritoo. Después el cisne desaparece. ¿Nadie se pregunta cuál fue el destino de aquella pobre muchacha? Murió despedazada por cisnes rabiosos a los que pretendía obligar a que repitiesen la proeza del dios.
Los amores digitales.
Después de haber sido rescatada, Helena la de Troya le aconsejaba a Menelao, su marido: "Si quieres castigar a Paris por haberme raptado, está bien, cástralo. Se lo merece. Pero ojo: si vas a castrarlo, no te equivoques y córtale los dedos de las manos. Yo sé por qué te lo digo".
La historia viene de lejos.
El primero que lo dijo no fue Diógenes el cínico sino el cíclope Polifemo. Interrogado por Ulises sobre las razones de su misoginia, Polifemo pronunció el famoso discurso: "Tener relaciones sexuales con una prostituta cuesta dinero y puede costarte la salud. Tenerlas con una virgen te hace correr el riesgo de que los padres te obliguen a casarte. Amar a tu propia mujer es aburrido. A la ajena, peligroso. A un hombre, repugnante. Yo me libro de todos esos inconvenientes gracias a mi mano derecha". Y añadió: "Te aclaro, por las dudas, que mi mano derecha no practica el adulterio". Ulises bromeó: "¿Y tu mano izquierda?". Polifemo bajó la voz: "No lo repitas, pero soy bígamo". Las carcajadas del risueño Ulises interrumpieron la siesta de los dioses.
martes, 8 de enero de 2008
Desarrollo humano: Las escalerillas del metro
Antes he estado viendo Babel, que es una pelicula que no se muy bien que me sugiere. Y, si tengo que pensar un poco que es lo que realmente me sugiere, es que no me sugiere directamente nada (y olvidemonos de las inspiraciones y las sugestiones indirectas).
Vamos, que la peli, es caca. Al menos, un poco.
No se si tiene algo que ver el hecho de que ultimamente no me reconozca a mi mismo (y tampoco se porque cuento esto aqui, supongo que porque me apetece que alguien se entere) porque noto que he cambiado y creo que puede ser por varias razones pero la verdad es que me noto continuamente en inquietud de conciencia: como si todo el rato hubiera hecho algo mal, o me faltara algo por hacer, o se me hubiera olvidado algo importante... ese tipo de inquietud.
Y quiero volver a ser un mojigato.
Y, por esto, al empezar a leer las primeras paginas de 'la insoportable levedad del ser' me he sentido forzado a encender el ordenador y escribir esto, porque he leido varias ideas que sí me han mandado mentalmente directo al embrollo del tema. Que lio.
En fin, que siento que estoy en levedad, pero una insostenible e imantada.
Y esa creo que es la razon por la que las escalerillas del metro fallan tan a menudo.
[Creo que tu, lucia, eres la que mas sufre esto. Lo siento y te quiero]
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