miércoles, 28 de noviembre de 2007

ese amigo que esperábamos tener



Crisóstomo apareció un día a la salida del instituto, como un amigo de un amigo, de un amigo, de un sueño. Ninguno sabíamos que Crisóstomo tenía una taladradora, y que iba a utilizarla con todos y cada uno de nosotros, para hacernos un agujerito y meterse dentro de nuestras vidas.


Crisóstomo no estaba matriculado en nuestro instituto, pero sin embargo aparecía a la hora precisa para verte bailar la canción de Aladdín (a la taza). Crisóstomo se vestía de padre y venía a buscarnos a todos a la salida, yo sé que siempre nos traía bocadillos de mortadela para merendar, pero le daba reparo dárnoslos. En cambio, siempre nos daba besos de aperitivo antes de comer, a las dos y media. Desde que apareció Crisóstomo, mi madre cocinaba un solo plato en casa, porque sabía que yo ya traía comido mi plato favorito: un abrazo.

Crisóstomo tiene unos guantes de piel de coneja y es un activista pro derechos latinoamericanos cuando se pone su jersey de Evo Morales. Crisóstomo escribe rayuelas y siglos de soledad cuando se pone sus gafas de Roberto Tormenta y se aplasta el flequillo. Crisóstomo se ríe cuando se lo digo, y me agarra de las dos manos, como si yo hablase por los dedos y no por la boca. De vez en cuando se abotona su abrigo decimonónico hasta arriba y yo sonrío por dentro.
Crisóstomo es una sorpresa: puede venir o no venir. Puede decir que viene y no viene, o puede venir sin avisar; lo segundo es lo que más me gusta. Crisóstomo te viste, te aconseja, te cuenta tendencias, Crisóstomo está in, pero Crisóstomo es heterosexual (o eso nos hace creer).
Crisóstomo nunca se aparta si le intentas acariciar, pocas veces te evita excepto cuando te evita, que son pocas veces. Crisóstomo te pide que pares esta noria que va roando y pregonando, y por si fuera poco, agárrate los machos si cae una cámara de fotos en sus manos, porque conocerás el significado de la palabra dedicación.


Crisóstomo es zurdo y te deja tirada una hora en el metro. Pero en el fondo, Crisóstomo sólo quiere que consigas ganar al 5&caballo; y cuando se pone serio sus ojos viran de tono de verde y entonces decides que quieres volverte vegetariana para desayunártelos todos los días y no alimentarte más que de ellos (tampoco olvidemos los abrazos). Si fuera por Crisóstomo, los minusválidos pagarían el doble del precio de la entrada de cine, y las victoria y los forros polares del Quechua irían siempre de la mano. Como él y yo si tenemos una playa levantina a nuestra izquierda.
Crisóstomo te busca.

Yo me enamoro de Crisóstomo tres veces al mes, ¿tú no?